sábado, 19 de septiembre de 2009


Al fin inauguramos el blog. Aunque sea para dejar un cuento. La idea es que dejen sus críticas.
Además, si quieren unirse pueden dejar sus datos en un comentario, o enviar un mail a: circulolamantis@hotmail.com
Bueno, los dejo con una de mis últimas obras. Saludos
Luis Alberto Carril

Rojo, negro, blanco.

Rojo. Todo está rojo. Sangre por todos lados. Dios, me duele la cabeza ¿Qué fue lo que sucedió? Claudio iba al volante… ¡Sí! ¡Por Dios! Chocamos. Claudio ¿dónde estás? ¡Qué dolor! Apenas puedo mover la pierna ¡Ay, no! Mirá cómo quedó la camioneta… ¿qué hace tan lejos? ¿Qué hago yo tan lejos? ¡Claudio! ¿Dónde estás? Todo me da vueltas, siento náuseas y apenas me puedo mover, pero te voy a encontrar, te voy a encontrar. Gracias a Dios ¡Ahí estás! Poco a poco te tengo más cerca. No. No ¡No! Mierda. Estás lleno de sangre. Claudio ¿estás bien? “Eli. Eli. Hablame, mi amor. Decime algo, por favor”. Acá estoy, amor. Quedate tranquilo. ¿Quedate tranquilo? Qué digo, por Dios, si está cubierto de sangre. Sólo veo una pequeña herida en su cabeza ¿de dónde sale tanta sangre? ¡Ay, no! Son tus brazos, están llenos de sangre. Y tu pecho, tu camisa, antes blanca, está completamente roja. Tranquilo, amor, tranquilo. Ya estoy acá, ya te tengo. Lo único que se me ocurre hacer es tomar su cabeza con ambas manos. Se siente fría. Pero vas a estar bien. No voy a dejar que nada te pase. Tengo que pedir ayuda. Voy por ayuda. “Hablame Eli. Hablame. No te vayas. Quedate conmigo”. Tranquilo, amor. Me voy a quedar acá. No voy a dejarte. No voy a dejarte. Por Dios ¡No! Tanta sangre ¿Por qué tanta sangre? Me cuesta sostener su cabeza. Cada vez se me hace más pesado. Sé fuerte por favor, sé fuerte. Tengo que alcanzar el teléfono ¿dónde estará? La pierna no me responde. No puedo buscarlo. No puedo encontrarlo. No puedo buscarlo. No quiero dejarte. Ay, no. No te alejes. “Eli, Eli. Amor. Por favor…”, estoy acá. Te tengo. No te voy a dejar ir. “Eli, Eli. Hablame, por favor, decime algo ¡No me dejes!”. Estoy acá. Soy yo quien te sujeta ¿Podes oírme? ¡Ay no! Está sordo. No puede escucharme. Tranquilo, tranquilo. Estoy acariciando tus mejillas. Soy yo, aunque no puedas oírme. Soy yo. Te estoy agarrando, no te voy a soltar ¿Por qué cada vez pesa más? ¡Dios! Es mucha sangre. Es mucha. ¡Mierda! Si estamos bañados en sangre. Todo está rojo. También estoy herida. Tengo que estarlo. Parte de esta sangre es mía. Tiene que serlo. ¡Por Dios, que lo sea! No puede ser sólo sangre tuya. No perdiste toda esa sangre. Decime que no. “¡Eli! Carajo. ¿Qué hice?”. Tranquilo amor. No fue tu culpa. No debí distraerte con mis jueguitos. No te culpes. Vamos a estar bien. Vas a estar bien ¿Podés oírme? ¿Me oís? Claudio, te amo. Por favor, no vayas a dejarme. No estás tan mal. No te dejes engañar por tanta sangre. Ambos estamos heridos, ambos lo estamos. Tranquilo. No te esfuerces. Mis piernas siguen sin responder ¿Ves? También estoy herida. Parte de esta sangre es de mis piernas. ¿Ves? ¿Me ves? Sus ojos están abiertos. Parecen estar fijos en los míos ¿Acaso estas llorando? No lo hagas. No llores, por favor. Vamos a estar bien. Vas a estar bien. Te amo. Casi no pudo sostenerlo. Cada vez es más pesado. ¡No! No te voy a soltar. Te tengo. Cuánta sangre. Todo está rojo. Todo a nuestro alrededor se está tiñendo de rojo. No sólo nuestros cuerpos. También el entorno. Los árboles que nos rodean. La camioneta. El cielo. Todo. Me arden los ojos. Creo que una gota de sangre cayó desde mi cabeza y me entró en los ojos ¡Ay, mis ojos!” Y mis brazos ¿Por qué esta tan pesado? Cada vez pesa más. “Eli. Eli…”. Ya, mi amor. Acá estoy. “Eli. No me dejes, te lo ruego”. Tranquilo. No te voy a dejar. Seguro alguien pasa por la ruta y nos ve. No estamos tan apartados. No quiero dejarlo. Y por más que quisiera, no puedo hacerlo. Las piernas siguen inmóviles. Va a venir. Alguien va a venir. Sólo estate quieto y tranquilo. Yo te tengo. No importa cuánto pese. Lo tengo. “Eli. Amor. No me dejes”. Por favor, quedate tranquilo. No voy a ir a ningún lado. No voy a abandonarte acá. Esta frio ¡No! ¿Por qué esta tan frio? Me está congelando. “Eli. Eli ¡No! Por favor, no. Por favor, no te la lleves…”. Acá estoy. Acá me quedo. No me voy a separar de vos. Nadie me va a sacar de tu lado. Tranquilo. Por Dios, como pesa. “No te la lleves. No te la lleves, Señor” ¡Ay no! No puede ser. Tengo frio. Yo soy la que está fría. Son mis brazos los que me pesan. Los que caen rendidos a ambos lados de mi cuerpo. “Eli. Amor”. Tranquilo. Todo está bien. Gracias, Señor. Claudio, todo está bien ¿no entendés? No es tu sangre. No lo es. Es mía. Toda mía. Estás bien. Sólo estas golpeado. Vas a estar bien. Te amo. Te amo, pero tengo que dejarte. Ya no tengo fuerzas. Ya no te veo. Ya nada veo. Todo está negro. Te amo. Te amo, y lo prefiero así. Te amo, y me hace feliz saber que estás bien. Ya todo está negro. No, no es así. Ahí hay un punto blanco y brillante ¡Ahí viene! Se acerca. Es una luz, blanca, incandescente, hermosa. Te amo, mi amor. Pero tengo que irme. Te amo. Adiós, amor. Ya todo está blanco.